Bastaron dos días desde la clausura del botadero de basura de Quitasol para que Abancay y Tamburco se conviertan en focos infecciosos para la salud de los ciudadanos, pues se acumuló gran cantidad de residuos sólidos en varias esquinas, las mismas que vienen generando putrefacción, malos olores y proliferan las moscas.

Lamentablemente, esta es la suma de responsabilidades que se arrastran desde años y que nace por el retardo del financiamiento del Ministerio del Ambiente y la Agencia de Cooperación Internacional del Japón para la construcción de la planta de tratamiento de residuos sólidos, cuando existía un terreno dispuesto en Auquibamba, y que luego la comunidad lo revirtió por no hacerse nada y lo entregó a un tercero.

También se suma la dejadez de las ex autoridades municipales que no valoraron la importancia del proyecto y dejaron que pase el tiempo y el financiamiento del proyecto no se daba, y cuando se dio, Abancay ya no contaba con un terreno y a la fecha no se puede conseguir un lugar adecuado porque el Ministerio del Ambiente ahora solicita una licencia social. ¿Quién aceptaría que se construya una planta de tratamiento de residuos sólidos, al frente de su casa? A pesar de que ahora existen tecnologías para minimizar la contaminación.

Es por esa razón, que la adquisición de un terreno se alargó tanto, a pesar de las concientizaciones. Sin embargo, habría una luz al final del túnel, pero la construcción de una planta de tratamiento requerirá por lo menos de 2 años.

La municipalidad lanzó el plan para que los vecinos empiecen a reciclar sus residuos sólidos en casa y así se pueda reducir los desechos para botar a un relleno, pero los ciudadanos aún no se acostumbran, sin embargo, ahora es cuando las principales instituciones públicas y privadas empiecen a dar el ejemplo con el reciclado, sino, la situación empeorará.