La impopular mandataria prefirió quedarse en Lima ante temor que población la cuestione. Desde Palacio justificaron que no viajó por "mal tiempo"
En un lamentable giro de los acontecimientos, la presidenta Dina Boluarte dejó plantados a cerca de un centenar de estudiantes y docentes del Colegio de Alto Rendimiento de Apurímac (COAR Apurímac) al cancelar, a última hora, la ceremonia de colocación de la primera piedra programada para el viernes 25 de octubre en Chalhuanca. Tras varias horas de espera bajo un intenso sol, el desaire fue palpable y frustrante para quienes habían depositado su esperanza en esta esperada inauguración.
El terreno destinado a la construcción de esta moderna
infraestructura amaneció cercado y bajo la vigilancia de un estricto cordón
policial y militar, lo que añade una capa de irónico contraste a la falta de
atención hacia los estudiantes. Desde la mañana, los jóvenes, acompañados de
sus docentes, se mostraban expectantes por el arribo de la mandataria,
convencidos de que esta obra, que ha estado en espera durante ocho años,
marcaría un antes y un después en su educación.
Mientras tanto, un numeroso grupo de funcionarios de
diversas instituciones públicas se desplazaba frenéticamente en vehículos
oficiales, participando en una acción cívica multisectorial organizada por
Palacio de Gobierno ese mismo día. Su presencia parecía más orientada a
asegurar que el evento gubernamental se desarrollara sin contratiempos que a
atender las necesidades y expectativas de los estudiantes.
Cuando el agotamiento comenzó a afectar a los jóvenes bajo
el inclemente calor, voceros de Palacio de Gobierno anunciaron la cancelación
de la ceremonia, justificándola por "mal tiempo" en Cusco, desde
donde Boluarte debía llegar en helicóptero. Esta explicación no solo resulta insatisfactoria,
sino que también revela una falta de consideración hacia el tiempo y el
esfuerzo de los estudiantes y docentes presentes.
El COAR Apurímac representa una inversión de más de S/ 76
millones, financiados por la empresa Southern Perú mediante la modalidad de
Obras por Impuestos, con una ejecución programada de 1,060 días. Sin embargo,
el manejo de esta situación pone en tela de juicio el compromiso del gobierno
con la educación en Apurímac y resalta una preocupante desconexión entre las
autoridades y la realidad de quienes realmente deberían ser la prioridad.
Es fundamental que se reconozca el impacto de este tipo de
desaires en la juventud. La comunidad educativa no solo merece promesas, sino
un liderazgo que actúe con responsabilidad y respeto hacia aquellos que
representan el futuro del país.