La Gerencia Subregional Chanka y la DISA Apurímac II se culpan mutuamente por la falta de entrega formal del vehículo. Mientras tanto, la ambulancia permanece inoperativa en la cochera del centro de salud, afectando el derecho a la atención de emergencias en la zona rural.
Andahuaylas, 19 de junio 2025.- A casi dos años de su última utilización operativa, una ambulancia asignada al puesto de salud del centro poblado de Yanaccma, en el distrito de Turpo, permanece abandonada en la cochera del establecimiento. El motivo: la Gerencia Subregional Chanka no ha formalizado la entrega patrimonial del vehículo a la Dirección de Salud (DISA) Apurímac II, situación que mantiene en el limbo legal y operativo un recurso vital para la atención de emergencias.
Este vehículo fue parte de un paquete de equipamiento
destinado al centro de salud ejecutado durante la gestión del exgobernador
regional Baltazar Lantarón, inaugurado simbólicamente en 2021, en plena
emergencia por la COVID-19. Sin embargo, la entrega formal del equipamiento,
entre ellos la ambulancia, nunca se completó. Durante la pandemia, el vehículo
fue utilizado para la distribución de vacunas y el traslado de pacientes, hasta
que en julio de 2023 habría sufrido un accidente, según versiones
extraoficiales que hasta hoy no han sido esclarecidas por ninguna autoridad.
Desde entonces, los directores de la DISA Apurímac II
restringieron su uso, argumentando la falta de documentación completa. La
Gerente del Centro de Saluda de Yanaccma, Pamela Ortiz, y el alcalde del centro
poblado han gestionado insistentemente la regularización de la situación ante el
Gobierno Regional de Apurímac. No obstante, ambas instituciones —la Gerencia
Subregional y la DISA— se acusan mutuamente de dilatar el proceso. Los
funcionarios de la gerencia aseguran que la DISA se niega a recibir la
ambulancia, mientras que desde la DISA se afirma que aún faltan documentos
básicos como el SOAT, la placa y algunos equipos menores.
Mientras persiste el cruce de responsabilidades, la
ambulancia sigue sin operar en una de las zonas más alejadas de Apurímac. La
comunidad, en tanto, guarda un silencio que para muchos vecinos se interpreta
como complicidad. Diversos testimonios señalan una estrecha relación entre
autoridades comunales y funcionarios regionales, lo que explicaría la falta de
presión para exigir transparencia y celeridad en el proceso.
Este caso evidencia una vez más cómo la burocracia, la
informalidad administrativa y los vínculos políticos terminan afectando
directamente los servicios básicos de salud en zonas rurales, donde cada minuto
puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.